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Llega un verano que este año se ha adelantado a fines del mes de mayo cuando las temperaturas han rozado los 37 grados. El fuerte calor ... es uno de los factores que pueden propiciar los incendios forestales. Pero no es el único. La presencia de elementos de riesgo han vuelto a llenar de preocupación a los expertos sobre lo que puede ocurrir en el monte valenciano estos próximos meses, especialmente en comarcas como la Safor, la Marina, Alto Palancia, Camp de Turia, Valle de Ayora u Hoya de Bunyol..
Frente a lo sucedido en los tres últimos ejercicios este ha sido un año hidrológico húmedo. Las lluvias han estado presentes durante los últimos meses. Es el caso de marzo que fue extremadamente húmedo con una precipitación acumulada de 174,9 litros por metro cuadrado, un valor que multiplica por 3,6 el registro del promedio climático del periodo 1001-2020 (48,7 litros por metro cuadrado). Ha sido el segundo marzo más húmedo desde al menos 1950 tras marzo de 2022, según informan desde Aemet.
Las lluvias han aparcado la sequía de los últimos años. Agricultores y ganaderos han visto como su situación mejoraba. Pero, además, las precipitaciones han contribuido a llenar los pantanos. De esta forma, los embalses del Júcar almacenan en estos momentos algo más de 1.800 hectómetros cúbicos y se encuentran al 63,6% de su capacidad. Hace un año estas presas se encontraban al 54,6% y albergaban 1.529,7 hectómetros cúbicos.
Los puntos con más riesgo
por incendios
Nivel de riesgo
Bajo
Extremo
Sierra
de Espadán
Calderona
Parque Natural
de Sot de Chera
Sierra de
Malacara
Sierra de
Enguera
Sierra de
Mariola
Fuente: Generalitat Valenciana GRÁFICO LP
Los puntos con más riesgo
por incendios
Nivel de riesgo
Bajo
Extremo
Sierra
de Espadán
Calderona
Parque Natural
de Sot de Chera
Sierra de
Malacara
Sierra de
Enguera
Sierra de
Mariola
Fuente: Generalitat Valenciana GRÁFICO LP
Los puntos con más riesgo
por incendios
Castellón
de la Plana
Segorbe
Sierra
de Espadán
Calderona
Parque Natural
de Sot de Chera
Utiel
Chiva
Nivel de riesgo
Valencia
Sierra de
Malacara
Bajo
Extremo
Sierra de
Martés
Gandia
Xativa
Sierra de
Enguera
Serra de
l’Almirant
Sierra de
Mariola
Sierra de
Aitana
Fuente: Generalitat
Valenciana GRÁFICO LP
La lluvia ha tenido un efecto doble sobre el monte. Por un lado, la vegetación ha proliferado y el matorral ha crecido más. El riesgo es que con la llegada del calor estas hierbas terminan por secarse convirtiéndose en el combustible perfecto. Por otro lado, las precipitaciones han reforzado a los elementos arbóreos que tienen más agua almacenada e incrementa la resiliencia frente al fuego. Así lo señala Juan Manuel Batiste, decano Territorial de la Comunidad Valenciana del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales. «Tenemos cierto temor», ha explicado.
En la misma línea, ha subrayado que es preferible esta situación a la un año de sequía. «Venimos de tres años de sequía extrema y el monte estaba muy seco», ha indicado y ha añadido que «es más peligroso la falta de lluvias que la abundancia». En cualquier caso, Batiste ha indicado que hay pinos secos y es necesario extraer esta masa muerta para aminorar el riesgo de incendio. En la misma línea se ha pronunciado el profesor de Ingeniería de Montes de la UPV, Eduardo Rojas, que ha destacado la presencia de estos árboles muertos que en algunos puntos pueden proceder de las nevadas registradas en enero de 2017. Comarcas especialmente afectadas son la Marina Alta y la Safor.
El hecho es que las lluvias han provocado el crecimiento de la maleza que se va a secar con el calor convirtiéndose en combustible. De esta forma, los incendios pueden ser más rápidos e intensos. Así lo señala Rafael Delgado, presidente de la Plataforma Forestal de la Universitat Politècnica y profesor de la UPV. «Este tipo de combustible augura que los siniestros serán más rápidos», ha resaltado. Delgado también ha puesto el foco sobre la presencia de árboles muertos y secos en los montes valencianos.
Pero no es el único factor que influirá. Según Delgado los dos años de sequía que ha sufrido la Comunitat ha provocado la proliferación de árboles muertos y secos que no han sido retirados, especialmente en zonas del norte de la provincia de Alicante y sur de la de Valencia. Este factor favorece la intensidad de los incendios. De esta forma, opina Delgado, si no hubiera árboles muertos los incendios de este verano estarían caracterizados por la velocidad pero con menor intensidad. La presencia de estos, y los que en un par de años estarán caídos, presagia que estos siniestros serán también más intensos.
El peligro de incendios está presente en la práctica totalidad de la Comunitat con menor probabilidad en el sur donde las masas boscosas están menos presentes. Las zonas de mayor riesgo, según aparecen recogidas en el Plan Especial de Incendios Forestales, se concentran en las comarcas del sur de la provincia de Castellón y en el interior de la de Valencia donde se crea un continuo de vegetación que se extiende por comarcas como el Alto Palancia, Camp de Turia, Valle de Ayora y Hoya de Buñol a las que se unen las de la Marina Alta y Safor por la alta presencia de árboles secos.
Este continuo de vegetación de especial peligrosidad afecta a masas arbóreas de zonas como la Calderona, el Espadán, Sierra de Malacara, Martés o Sierra de Enguera, entre otras. Estas áreas coinciden también con aquellas donde la gestión forestal es menos intensa y se forman corredores de vegetación donde si se prende pueden originar un gran incendio.
Juan Manuel Batiste ha incidido también en el riesgo de las tormentas secas «que este año también se han adelantado porque son más propias de mediados de julio y agosto».
Por otro lado, Rojas ha incidido en otros dos factores como son los minifundios forestales que dificultan la gestión y el abandono de los campos de cultivo.
Precisamente en este factor inciden los bomberos forestales. Manuel Villanueva, director técnico operativo de este servicio, llama la atención sobre el abandono de los campos de cultivo también en el trabajo de este cuerpo. Por un lado, estos campos cuidados sirven de cortafuego natural al avance del incendio y como refugio para los bomberos cuando luchan contra el fuego.
El servicio de los bomberos forestales se compone de 56 unidades terrestres y 6 helitransportados distribuidas en 54 bases por todo el territorio. Una de estas es la de Yátova donde los bomberos, igual que en el resto de ubicaciones, no cesan de prepararse para una emergencia tanto físicamente como en el mantenimiento de vehículos o en formación teórica.
Las prácticas diarias de estos efectivos se establecen mediante cuadrante y recogen materias tan variadas como el manejo de comunicaciones, cartografía, primeros auxilios, uso y mantenimiento de herramientas manuales y mecánicas, meteorología y por supuesto las maniobras de ataque al incendio.
Y es que hay que estar preparados para cualquier emergencia. «Un incendio forestal es como participar en un maratón», relata un bombero quien señala que tiene que actuar con mochilas de 20 kilos a veces cuesta arriba y en medio del calor.
Además, tienen que practicar en el uso de herramientas como es el caso de las motosierras, una maquinaria que tienen que dominar a la perfección para apartar troncos y ramas o para crear o ampliar zonas de cortafuegos, elementos que pueden ser fundamentales en un incendio.
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