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Tiene Fiona Ferrer una aire etéreo que combina a la perfección con esa cara de niña bien criada entre unos algodones esponjosos, entre mansiones y ... yates, entre Ibiza, Miami, Barcelona, París o Nueva York. Estilista de moda, experta en comunicación, presentadora, escritora y mil cosas más, Fiona lleva media vida reinventándose, siempre muy cerca de la jet set, de la que forma parte, y como cara habitual de las revistas del corazón, aunque ella se reivindique más allá de su faceta social. De su relación con amigos como Elena Cué, Cari Lapique, Nieves Álvarez o Inés Sastre. Fiona Ferrer ha estado en Valencia precisamente porque está inmersa en su último proyecto, una colección de camisetas y sudaderas con la imagen del perro más famoso del mundo, Snoopy, que le viene al pelo de esa mirada aniñada que conserva, pese a encontrarse ya en la encrucijada de los 50.
-Tiene 50 años, que es además una cifra muy redonda. ¿En qué momento de su vida está ahora mismo?
-He de decir que este año he tenido una crisis. Pensaba, tengo 50 años y me he metido en todo este lío… Ahora estoy viendo la luz al final del túnel, la colección va muy bien y ya estoy pensando en la siguiente, pero ha sido muy complicado. Me ha costado mucho.
-¿Qué hace por Valencia?
-He venido a presentar mi colección de bolsos de Infinity Collection y FFL Peanuts en Valencia. Fue una fusión entre arte y moda que hicimos en el estudio de Jesús Arrúe, que es un artista internacional y un ser maravilloso, y también a bordo de una goleta con seis modelos lideradas por Lucía Aparicio. Y de nuevo uní dos cosas que adoro, la moda y el mar.
-Se ha criado en las Islas Baleares.
-Yo he crecido en el mar, en el Mediterráneo. He vivido entre Ibiza y Palma de Mallorca, y de hecho cuando mis padres estaban construyendo la casa de Palma pasé seis meses en nuestro barco. Además, tengo mucha relación con Valencia porque algunos de mis mejores amigos son de aquí. En los seis años que fui la coach de moda de El Corte Inglés vine muchas veces a Valencia, y una de ellas me marcó muchísimo.
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-¿Por qué?
-Mi madre había acabado de fallecer. Fue una enfermedad muy larga y dolorosa que a mí me impactó mucho, y mi primer viaje laboral tras su muerte era a Valencia. En mis manos estaba posponerlo, pero ahí me planteé: «O me voy o me quedo en la cama para siempre». Arrastraba una depresión de la que comencé a salir en Valencia porque me atendistéis de una manera espectacular. Fue muy emocionante. Así que mi última novela, 'La estilista', arranca en esta ciudad. Creo que todo en la vida es un círculo y que todos nos volvemos a encontrar.
-¿Cree que ha renacido muchas veces a lo largo de su vida?
-He renacido un montón de veces, porque me estoy reinventando todo el tiempo. Yo produje 'Supermodelos', 'Fiona, te necesito', he escrito tres novelas, dos de ellas bestsellers y estoy muy involucrada en el mundo del arte a través de NFTs… Soy una persona absolutamente creativa y tengo un problema, que no sé decir que no. ¿Quién me iba a decir a mí que yo iba a poder diseñar el cómic de mi infancia? Todo lo que se me ocurre lo hago. De hecho, el otro día tuve que hacer una presentación para Estados Unidos, resumí todo lo que había hecho y pensé: «Ahora entiendo por qué me encontraba mal».
-¿Cuánto ha cambiado aquella Fiona adolescente? ¿Qué sueños tenía y cuántos ha cumplido?
-Tengo los mismos sueños. Cuando entré en la Universidad de Miami tuve que escribir lo que me gustaría llegar a ser. Querían probar mi inglés, mi redacción. Pues ya entonces, con 21 años, dije que quería escribir un libro, que quería hacer un programa de televisión. Yo lo que quería entonces era parecerme a mi madre. Pues bien, todo lo he hecho y he seguido siempre una trayectoria. Ahora, a mí me han pisado muchas veces, me han hecho daño. Yo he tenido muchas deslealtades que me han traumatizado.
Todas las frases de la colección de Fiona Ferrer con Peanuts se han aprobado en Estados Unidos, incluso la de 'Te lo juro por Snoopy'. «No sabían que en España fue una frase mítica», cuenta Fiona, que cree que esta colección es una más de sus continuas reinvenciones como empresaria, estilista y diseñadora.
-¿Ha aprendido?
-Intento no hacer lo mismo, así que si yo veo algo no me gusta, enseguida desaparezco. Si una persona me da energía negativa me voy. He aprendido además a decir que no. No quiero nada en mi vida que me produzca negatividad.
-Rubia, ojos claros, menuda... Siempre ha tenido un rostro de niña buena. ¿Siente que ha habido momentos en su vida que no la han tomado en serio?
-Si ahora tengo cara de niña imagina la que tenía antes. Lo que pasa es que tengo carácter. Durante diez años fui directora de Elite Model Look España, y entonces todavía estaba en la década de los veinte. Ahora tengo claro que nadie te hace caso hasta los 30. Pero yo me he enfrentado a situaciones fuertes, he sido siempre lo suficiente dura como para decir: «Ahí te quedas». Sé que no le caigo bien a todo el mundo, algo que es normal, evidentemente, pero tener carácter es para mí un mecanismo de defensa. Además, a través de los medios de comunicación se crea una imagen de ti que no coincide con la realidad.
-¿Y cuál es la imagen real?
-Cuando la gente me conoce se sorprende, porque yo soy una persona trabajadora, incansable. Porque a mí que salga una foto mía en una revista no me da de comer.
-Ha hablado de su madre, la modelo Mietta Leoni. ¿Con los años se va pareciendo más a ella?
-Es impresionante cómo me voy pareciendo cada vez más. Eso sí, lo único que intento es no tener la mala leche que tenía ella, porque era una mujer con mucho carácter y yo soy mucho más dulce. Ahora, físicamente veo fotos y a veces no sé quién de las dos es. También he heredado su parte más divertida e irónica. Dicho esto, todos cometemos errores y yo intento no repetirlos, porque tener padres con mucha personalidad también marca.
-Ha vivido la moda delante y detrás a lo largo de varias décadas. ¿Cómo cree que ha evolucionado?
-La gente es más consciente de lo que hay detrás de un desfile. Que diez minutos son seis meses de trabajo. Que para una modelo, desfilar es cuidarse todo el año, porque es una profesión. Las redes sociales lo han cambiado y han revolucionado todo, y tienen muchas cosas buenas. El problema es que ahora todo el mundo es diseñador, todo el mundo es periodista, todo el mundo es profesor de yoga, todo el mundo es cocinero, todo el mundo es todo. Hay un tema de intrusismo que es complicado de gestionar.
-¿Qué ve al mirar hacia adelante?
-Lo que veo que me quedan un montón de cosas por hacer. Me encantaría colaborar con una gran firma como directora creativa, independientemente de todo lo que estoy haciendo como empresaria, porque es que yo soy absolutamente libre. Voy a mi aire en todos los sentidos, y es maravilloso y a la vez muy duro. Porque soy autónoma y cada día tengo que decir: «¿Y ahora qué invento?». Recuerdo que cuando vivíamos en Barcelona mis padres nos habilitaron a mi hermano y a mí un cuarto de juguetes en el que podíamos hacer lo que quisiéramos. Yo pasé horas y horas en aquel cuarto, y para mí se trata de seguir jugando. No soy madre, pero tengo cinco sobrinos y te aseguro que soy una más. Snoopy representa precisamente ese espíritu.
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