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Ciento trece carnicerías, cincuenta y nueve pescaderías o cuarenta y nueve papelerías menos en el último año en la Comunitat. Son solo algunas de las ... cifras que ejemplifican una realidad: el comercio minorista de toda la vida está de capa caída. En un plazo de quince años, en la región han bajado la persiana 12.000 negocios tradicionales, lo que ha supuesto la pérdida del 18,8% del tejido comercial valenciano.
«Internet ha roto las barreras físicas y ha permitido el acceso a todo tipo de productos sin importar las distancias. Ahora estamos habituados a comprar fácil y con un catálogo infinito», argumenta César Camisón, catedrático de Organización de Empresas en la Universitat de València (UV), para comprender el principal cambio de tendencia en los hábitos de los consumidores a nivel global, que se ha traducido en una paulatina desaparición de comercios. Un cambio que, como explican desde la oficina Pateco de las Cámaras de la Comunitat, no surge de un día para otro: «Este sector lleva más de una década inmerso en un proceso de transformación y redimensionamiento, enfrentándose al desafío tecnológico que está revolucionando rápidamente los patrones de consumo».
Sin embargo, el cambio en los hábitos de consumo, no es el único motivo que ha propiciado una crisis en el sector del comercio minorista. Aspectos como el aumento de precio de los locales o la falta de relevo generacional, según explican desde la Confederación de Comercio de Alicante, Castellón y Valencia, también se esconden detrás de un descenso que afecta en mayor medida al sector de la alimentación, con especial afección sobre los productos frescos, como al del ocio y la cultura, con un cierre importante de papelerías, librerías o quioscos.
La distribución alimentaria valenciana puede presumir de ser un sector «muy diverso y altamente competitivo», como explican desde Cámara. Sin embargo, es el formato de gran consumo el que sigue creciendo año tras año a costa de carnicerías, fruterías y, sobre todo, pescaderías. «Estos negocios se han visto más afectados por la intensificación de la competencia de la distribución alimentaria vía precios, así como por el esfuerzo por captar cuota de mercado de producto fresco de las cadenas sucursalistas», explican desde Cámara.
En el otro lado de la balanza, los establecimientos de autoservicio, que están en auge. Lo que muestra el cambio en las preferencias de los consumidores hacia una mayor conveniencia o la búsqueda de establecimientos que ofrecen una mayor variedad de productos sin importar en qué momento del día se requieren.
«Hoy en día el consumidor hace un uso de su tiempo de ocio distinto. La gente quiere perder menos tiempo y tenerlo todo más cercano», indica el catedrático universitario.
En el apartado cultural también se incluyen los comercios de venta de artículos deportivos. El descenso en este tipo de comercios es menor, de acuerdo con un interés creciente por la salud y el bienestar, que sobre todo se ha hecho visible a través de la apertura de negocios como centros de masaje, gimnasios 24 horas o superficies medianas especializadas en todo tipo de deportes.
El sector textil es otro de los que más ha sufrido la pérdida de negocios en los últimos años. De acuerdo con los datos de la Unión Profesional de Trabajadores Autónomos (UPTA), en los últimos tres años se han cerrado 520 zapaterías en la Comunitat Valenciana.
Una caída que refleja no sólo cambios en el comportamiento de los consumidores valencianos, que por lo general apuestan por un menor gasto y una renovación menor del armario –a pesar del auge de las tiendas de segunda mano–, como del impacto del comercio electrónico a la hora de comprar productos de ropa o calzado.
Sin embargo, la pérdida de comercios de toda la vida se contrarresta con la llegada de nuevos negocios, que desde Confecomeç catalogan como «transitorios». Para César Camisón «no todo está perdido», puesto que cada vez surgen más negocios que siguen «estrategias de especialización selectiva». Es decir, que se adapten a un producto concreto o a la nueva realidad de un lugar. En el caso de Valencia, el ejemplo del centro es el más evidente: donde antes había una zapatería ahora hay un supermercado 24 horas o una tienda de souvenirs. El comercio adaptado a la nueva realidad valenciana, en la que los turistas cada vez juegan un papel más importante.
«Algunos negocios llegan más allá en el target de especialización, como es el caso de los comercios que surgen exclusivamente pensando en el turista que llega en los cruceros», argumenta el catedrático de Organización Empresarial de la UV. El camino desde la plaza del Ayuntamiento hasta el Mercado Central es un pasadizo de tiendas de alimentación abiertas hasta altas horas de la madrugada y establecimientos para llevarse un recuerdo de la ciudad.
Sin embargo, los datos valencianos de los últimos quince años muestran que la degradación del comercio tradicional ha sido mayor aquí que en otras regiones en las que el turismo también tiene un peso importante a nivel económico. La región se sitúa por debajo de la media nacional, cuya pérdida ha sido del 19%, pero supera en porcentaje de comercios minoristas perdidos a otras autonomías como Cataluña, Baleares o Andalucía.
Más allá de la turistificación, también se ha producido en los últimos años un cambio de preocupaciones a nivel global, que ha propiciado la renovación de negocios que ya estaban consolidados o la llegada de nuevos modelos. Los datos de la Asociación Española de la Franquicia (AEF) muestran que la Comunitat es al tercera en la que más franquicias se establecieron en 2023. «No está todo inventado. Van surgiendo nuevos conceptos y los sectores que ya estaban consolidados siguen creciendo. Se tiende a la especialización, ya que la franquicia siempre está escuchando las demandas y las necesidades de un mercado en continuo cambio para dar respuesta a las necesidades de los consumidores», explican desde AEF.
Los cuidados personales preocupan, pero también lo hacen los de los que nos acompañan. La nueva ley de protección animal ha provocado la apertura de comercios especializados en pólizas de mascotas. Dos importantes centros comerciales de la ciudad de Valencia han apostado por esta nueva forma de negocio.
Desde Confecomerç hablan de «una nueva oferta de poca trayectoria en el tiempo en sectores específicos como servicios de cosmética o reparación de dispositivos móviles», que provoca una ausencia de variedad de oferta comercial, que, junto al cierre de comercios tradicionales «resta dinamismo y atractivo a los entornos de los municipios, al tiempo que limitan la capacidad de los consumidores para encontrar variedad, calidad y atención personalizada en su entorno más cercano».
Entre las nuevas tendencias dentro del sector del comercio destaca la aparición de negocios especializado en clases económicas muy concretas. Por un lado, sobre todo en los barrios más adinerados surgen negocios boutique o de comercios que cuentan con las últimas novedades tecnológicas.
Además, crece la preocupación por la salud y el medio ambiente, con la apertura de tiendas de alimentación ecológicas, que suelen tener un coste elevado.
Por otra parte, el concepto 'low cost' se consolida en los barrios más humildes. A las peluquerías de bajo coste, que cada vez cuentan con mayor presencia especialmente en las grandes ciudades, se suman comercios como gimnasios o tiendas de ropa con precios más asequibles.
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