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Como cada año, la patrona de los valencianos ha recorrido las calles del centro de la ciudad envuelta por el cariño y el fervor de ... sus fieles. La procesión, avanzada por comisiones falleras, entidades religiosas festivas y otros colectivos, ha sido multitudinaria. El buen tiempo, con temperaturas próximas a los 30 grados, ha empujado a muchos a contemplar el cierre de la festividad de la Mare de Déu.
Ya desde las 17.30 horas los primeros participantes, los miembros de la fiesta fallera, salían de la Plaza de la Virgen para completar el itinerario por las calles más céntricas de la ciudad. Han dejado imágenes entrañables que han traído el recuerdo de la pasada Ofrenda. Pero el contraste ha sido evidente. Si la lluvia de marzo ensombreció entonces el desfile, los falleros y falleras han marchado esta tarde en una jornada luminosa y cálida, al fin típicamente primaveral, a 25 grados al filo de las seis de tarde.
Era el primer día en el que el sol se dejaba sentir con fuerza. Los abanicos estaban muy a mano o desplegados entre el público que esperaba la salida de la Virgen por la Puerta de los Apóstoles. Pero antes, desde las 18.30 horas, han salido en procesión las cofradías y entidades religiosas. La primera ha sido la Junta de Hermandades de Alboraia, de austero negro y con la imagen de Cristo en su estandarte. Y tras ella, toda una larga estela de clavariesas, capas, cirios, uniformes y rosarios en manos de los miembros de instituciones festivas y culturales valencianas.
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Junto a los símbolos y agrupaciones religiosas, también la presencia gremial. Ellos, los que amasan nuestro pan de cada día y las delicias de nuestros hornos, también estaban con la Virgen: el Gremio de Panaderos y Pasteleros de Valencia, con sus prendas de trabajo, como salidos del obrador. O el Ejército, con la presencia de la muy aplaudida Legión. Y tras ellos, la Reial Seyera, avanzando a marcha de los timbaleros y trompetas. La música acompasaba la espera.
Pero al fin, sobre las 20 horas, el himno de la Virgen avanzaba su gloriosa salida por la Puerta de los Apóstoles de la Catedral de Valencia. Incienso, lágrimas, aplausos y palabras de devoción la recibían entre estruendos de pirotecnia. Comenzaba el paseo más deseado de la tarde, el que permitía un año más alabar a la patrona en las calles.
Y el camino, su sendero de fe, estaba a rebosar. No faltaban autoridades como la alcaldesa de Valencia, María José Catalá. No estaba Carlos Mazón, pero sí Susana Camarero, vicepresidenta primera de la Generalitat. O Juan Carlos Valderrama, conseller de Emergencias.
Ha sido un recorrido multitudinario, con los márgenes abarrotados de público y una lluvia de flores descendiendo mansamente entre el humo del incienso y el eco de las palabras de fevor: «¡Vixca la Mare de Déu! ¡guapa!, ¡bonica!».
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