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El bloc del cartero

Erario

Lorenzo Silva

Viernes, 30 de Mayo 2025, 10:27h

Tiempo de lectura: 6 min

Del erario salen muchos euros cada año, pero antes hay que allegárselos, a través del viejo mecanismo de los impuestos. De cómo se recauda, y el modo en que esa acción afecta a la vida personal y productiva de los ciudadanos, nos habla un lector que razona, con lógica difícilmente rebatible, que si fuera solo la codicia lo que le lleva a trabajar –ergo, a producir– habría bajado los brazos y se habría colocado en la cómoda posición de beneficiario del gasto público. Escuece un poco más su testimonio al leerlo junto al de otro ciudadano que observa –y sin poder evitarlo, pondera– el porte y la actitud de alguien a cuyos bolsillos va a parar parte de lo recaudado, a cambio de un supuesto servicio público. Y cuesta no pensar que, tanto para lo que entra como lo que sale del erario, convendría afinar más el tiro.


LAS CARTAS DE LOS LECTORES

'Dolce far niente'

El año pasado dejé de trabajar y pasé a depender de pagas públicas: prestación de desempleo hasta alcanzar una jubilación anticipada. Sin embargo, decidí aceptar un trabajo en otra empresa. Me encuentro bien y preferí bajar el ritmo y trabajar en mi ciudad. En esa decisión influyeron varios factores, entre ellos unos principios que me llamaban a no depender de una paguita pública mientras pudiera, sino a producir, aportar a la sociedad y depender de mí. Este año, al liquidar el impuesto de la renta del ejercicio anterior, noté hasta qué punto decidí contribuir y de que mis principios son de un romanticismo ingenuo. Hacienda se ha llevado la mayor cantidad del dinero que percibí por mi trabajo. Comparando la situación de paro con la de empleo, el resultado económico neto de mi trabajo ha sido de 2 euros por cada hora trabajada en 11 meses de 2024. ¿Cuántos de ustedes trabajarían por ese dinero? El mensaje del Estado es evidente: no sea idiota, deje de trabajar. El asunto importante no es el nivel de mis impuestos. La verdadera importancia la tiene el hecho de que el sistema no incentiva el trabajo y la productividad, sino el dolce far niente y la paguita pública. Hacienda está muy preparada y orientada a esquilmar hasta el último céntimo de los que se atreven a producir, sin mirar las consecuencias. Si yo dejara de trabajar, no solo percibirían menos impuestos: además, me tendrían que pagar. La política fiscal empuja a la vagancia al centrarse en exprimir al que gana algo para mantener al que supuestamente no lo puede hacer, pero que cada vez en más casos es el mismo, que advierte que es más cómodo no esforzarse. No hablo de inmigrantes ni de parados de larga duración. Hablo de mí, un profesional que tiene la posibilidad de trabajar, pero que, si se mueve únicamente por motivos económicos, va a elegir no hacerlo gracias a una política fiscal en mi opinión suicida.  

José Manuel Almarza Ramírez. Zaragoza


Pesebres presupuestarios

Un paseante despreocupado en una capital de provincia española ve de pronto salir de un centro oficial a una persona con cargo político, muy en su papel, estirado y orgulloso. Le espera un coche oficial, se sube en el asiento trasero como marqués de otros tiempos o viajero apresurado que encuentra un taxi libre. España es un país sangrado por las autonomías y la maquinaria burocrática que se ha instalado a su alrededor. Piensa uno en tantos cargos, funcionarios, asesores, enchufados. Como Josep Pla, se pregunta uno quién paga todo esto. Y cada día oyendo, por ejemplo, la canción de que las pensiones son insostenibles. Si al menos ese político se hubiera sentado delante, con el chófer, para darle conversación y sentir, por un momento, la cercanía del pueblo honrado y trabajador… El paseante saca la conclusión de que en España hay pocos pesebres presupuestarios para tantos como quieren comer en ellos.

José Fuentes Miranda. Ávila


Cajal, casa y hostal 

Durante la pasada semana de Pascua y con motivo de visitar a unos entrañables amigos de Barbastro, comenzamos nuestra incursión en tierras aragonesas por Sos del Rey Católico. A escasos kilómetros se sitúa Petilla de Aragón, insular territorio navarro dentro de la provincia de Zaragoza. En dicha población se encuentra la Casa Natal de Don Santiago Ramón y Cajal.  Previamente, para evitar contratiempos, nos cercioramos de poder visitarla entrando en su página web. Dicho y hecho, sabiendo que el 20 de abril estaba abierta y que el horario de apertura nos encajaba perfectamente, nos dirigimos hacia allí. Después de unas cuantas enrevesadas curvas llegamos y nos dirigimos hacia la casa.  ¡Oh, sorpresa! La casa estaba cerrada. En la puerta figuraba un número de teléfono al que llamamos. En un primer intento no contestó nadie, pero en un segundo intento nos atendió una señora que, a su vez, era la encargada de un hostal llamado Don Santiago Ramón y Cajal. A nuestra solicitud de poder visitar la casa nos contestó que no le venía bien abrírnosla. Tras ello, le expliqué a una vecina que yo era médico, que cursé mis estudios universitarios en Zaragoza, al igual que Don Santiago, y mi ilusión de poder visitar su casa natal.  Ella se apiadó de mí, contestándome que si ella hubiese tenido la llave de la casa con gusto me la hubiese enseñado. ¡Qué pena que la casa de uno de los dos premios Nobel de Medicina que tenemos, no se pueda visitar a pesar de cumplir la fecha y hora de visitas que se ofrecen en su página web!

Javier del Valle. Hondarribia (Gipuzkoa)


Decibelios infantiles

Con motivo de producirse el apagón general, durante la interrupción del suministro energético, niños y jóvenes experimentaron la privación de los teléfonos móviles y las pantallas, salieron a la calle, abandonaron el sedentarismo, corrieron, saltaron, jugaron. Al hilo de ello he recordado que hará unos meses fueron noticia, en Barcelona, algunas quejas vecinales en zonas donde se emplazan colegios, institutos y actividades de recreo. No cabe duda que esas actividades desarrolladas al aire libre generan un considerable ruido que puede llegar a resultar molesto. Ahora bien, los patios escolares y los equipamientos de recreo constituyen parte esencial de la formación integral del alumnado. En cualquier caso, esas inmisiones sonoras son inherentes al normal desarrollo de la vida en dichos espacios y actividades. El griterío, las risas de quienes serán adultos deben tolerarse. El derecho individual del intransigente no debe prevalecer sobre el derecho colectivo abstracto a un medio de vida saludable y, por ello, legalmente, se excluyen del ámbito de protección contra la contaminación acústica. Son las servidumbres sociales de nuestro entorno educativo escolar.

José María Torras Coll. Sabadell


LA CARTA DE LA SEMANA

La isla y sus abrazos

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+ ¿Por qué la he elegido?

Porque la humanidad y su inteligencia profunda están solo a la distancia de un abrazo.

Hay perímetros sentimentales que no se olvidan. Esa sensación me dio siempre la vida en una isla. Saberse cercado en una superficie compartida hace a sus gentes solidarias. El mar me ha regalado dos de las escenas más conmovedoras. Y así, mirando la vida de derecha a izquierda, observé una vez cómo dos niños, que empezaban la gran aventura de caminar en solitario, corrían desde lejos a su encuentro, reconociéndose en edad y en sus primeros pasos hasta terminar en un abrazo. Sus nacionalidades eran distintas; su color, opuesto; su mensaje, el mismo. Con igual humanidad e idéntico abrazo, el mar me brindó otra escena, esta de la ayuda humanitaria que asiste a los migrantes que llegan en patera. En un mundo de polarización abrumadora, donde es impensable tan siquiera el abrazo de ideas mirando a derecha o a izquierda, observemos el mundo que habitamos: a veces dos niños recién llegados al mundo tienen la respuesta a las dudas limítrofes de nuestro corazón.

María Portero Santabárbara. Zaragoza

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