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Hace cuarenta años, Zara aterrizó entre nosotros pero nadie sabe cómo ha sido. Esta es la conclusión principal que puede extraerse del repaso de la ... hemeroteca y otras fuentes documentales: el imperio nacido diez años antes todavía no lo era. En consecuencia, la criatura recién alumbrada por entonces en la lejana Galicia apenas concitaba el interés que luego ha ido acumulando. Forma parte de la historia reciente de nuestro país, cambió el modo en que consumimos no sólo ropa, plantó su bandera fuera de España, se creció y se multiplicó según el mandato bíblico pero... Pero de su aparición en la calle Colón apenas hay rastro en los archivos aunque atención: las imágenes rescatadas que dan cuenta de la inauguración de su primera tienda valenciana sí ofrecen información suficiente para radiografiar el día en que Zara vino a vivir a Valencia. El día en que nos empezamos a acostumbrar a vivir con Zara.
Ese par de documentos desvelan cómo la empresa alumbrada por Amancio Ortega llegó a Valencia previo paso por la oficina comercial de LAS PROVINCIAS, donde se registraron los dos anuncios que acompañan estas líneas. Era una ciudad diferente. También España lo era. Por aquellos años, en la primavera de 1985, la atención nacional estaba monopolizada por otra clase de acontecimientos: por ejemplo, Isabel Preysler, que acababa de matrimoniar para pasmo generalizado con Miguel Boyer, zar económico de Felipe González, y anunciaba la buena noticia de su embarazo. La niña se llamaría Ana y vendría a un agitado mundo donde ETA mataba con la crueldad y puntualidad conocidas y la actualidad se ajustaba en la cobertura de LAS PROVINCIAS al calendario impuesto por la campaña electoral europea, toda una novedad en aquel tiempo.
Era en efecto otra Valencia, aunque debe anotarse que algunas cosas no han cambiado tanto. En nuestras páginas se retrataban rostros conocidos que todavía hoy nos acompañan, como el de Mayrén Beneyto. O el de dos rutilantes protagonistas de la escena política que aún se resisten a abandonar los focos: Ciprià Císcar (con la misma estampa por cierto que le distingue aún: tenía la misma edad que ahora tiene o algo por el estilo) y un jovencito Enric Morera, que a sus 25 años empezaba a asomar el flequillo compartiendo protagonismo con otros nombres propios como él en los primeros momentos de su respectivas carreras. Era el caso de Quique Sánchez Flores, futbolista del Valencia de largo recorrido, a quien despedíamos desde la sección de Deportes: iba a ficha por el Barcelona. Una fantasía. Y era el caso de otra estrella, aún más sobresaliente, del firmamento deportivo: el gran Seve Ballesteros, que por entonces asombraba con sus hazañas en el Open que acogía el campo de golf de El Saler.
Sí, era otro país. El país donde el coche de moda era el Opel Vectra. La Valencia donde un piso en El Perelló costaba 8 millones de pesetas (cerca de 50.000 euros) y la juventud bailaba según el precepto que había hecho popular en TVE el difunto José Luis Fradejas: bailaba en la sala Woody Disco, indiferente con seguridad a la llegada del establecimiento que iba a cambiar un poco nuestras vidas o al menos nuestros hábitos de consumo. Llegaba Zara y elegía nada menos que la zona más patricia para el sector del comercio, la calle Colón, en la esquina donde aún emplaza su tienda insignia... hasta la apertura reciente del centro de la calle Juan de Austria. Ocupó los bajos de una antigua entidad bancaria emplazada en un edificio erigido más o menos diez años antes e inauguraba así una fecunda historia de amor con Valencia que luego conoció otros hitos. La tienda que abrió en el Paseo de Ruzafa, en el local que antaño cobijó al cine Serrano, clausurada en el año 2021.
O el Zara Home, abierto también en Colón en el año 2006, episodios que señalan la ruta hacia el éxito de un imperio que había irrumpido en la vida de la ciudad tímidamente, mediante ese par de aldabonazos que encarna esa pareja de anuncios donde reclama primero un encargada/o para su tienda y luego se apunta hacia la contratación de un escaparatista. El resto... El resto es historia. Historia contemporánea de España, tal vez con letra minúscula, pero historia al fin y al cabo. Una historia que, sin embargo, se empezó a forjar en la discreción y hasta en la indiferencia generalizada. Zara desembarcó entre nosotros y nadie, o casi nadie, sabe cómo ha sido.
Continuará.
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