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La avalancha de pruebas que empieza a haber contra Jesús Fernández Bolaño, el guardia civil preso por su presunta colaboración con una red que introducía grandes cargamentos de cocaína ... por el puerto de Valencia, empieza a ser abrumador. Los meses de escuchas telefónicas a los que el exresponsable de la vigilancia antidroga del recinto ha sido sometido por miembros de Asuntos Internos de la Benemérita arrojan un sinfín de indicios de la implicación del acusado.
En muchos de los fragmentos sonoros que han recabado los investigadores, en manos ya de un juzgado central de instrucción tras la querella presentada por la Fiscalía Antidroga, los agentes comprueban cómo el arrestado está al tanto del mal funcionamiento puntual del escáner del puerto, el encargado de detectar cargamentos de droga u otras mercancías ilícitas, cómo informa de ello a responsables del envío de contenedores o incluso bromea sobre lo que puede estar pasando por la falta de medidas de seguridad.
En una llamada con un desconocido intervenida en enero de 2024, el hombre pregunta a Jesús Fernández si el escáner «está estropeado». El sospechoso responde afirmativamente y el otro individuo le indica el envío de «dos o tres contenedores con tendederos de metal». El guardia civil le indica que le pase el número de los mencionados transportes y asegura: «Si sigue sin funcionar se va anular el paso de los contenedores por el escáner».
En ese mismo mes, el entonces responsable de la vigilancia antidroga del recinto habla de nuevo por teléfono con un tal 'Kike'. «Te estoy gestionando conseguirte una medalla», le dice este al agente. Ambos hablan sobre la inspección de unos contenedores en los que no se halló nada ilícito. Y entonces Fernández Bolaño suelta: «Está estropeado el escáner y ahora no encontramos nada. El que quiera meter algo, que aproveche porque se estará forrando».
Otra de las llamadas intervenidas, también en enero del año pasado, da buena muestra del tremendo tren de vida y ganancias que tenía el acusado, nada acorde con el sueldo de un miembro de la Guardia Civil. Fernández Bolaño habla con la empleada de una inmobiliaria. En la conversación se habla sobre un piso de 323.000 euros. Y el investigado no se anda con rodeos: «Yo tengo la pasta. Si ella quiere vender la casa, la semana que viene tienes el dinero ingresado en su cuenta, tan fácil como eso. Porque tengo el dinero, no hay problema ninguno».
Los investigadores también detectan en las llamadas intervenidas al acusado el uso de precauciones de no usar determinadas palabras por miedo a tener el teléfono pinchado. Como incluyen las diligencias, «se puede tratar de una medida de seguridad el no decir de que se trata por una posible intervención telefónica de su terminal».
A ello se refieren sobre una llamada el que habla con una persona para quedar en persona «y contarte cosillas». El exagente le indica a su interlocutor su interés por «ver el rollo mío aquí».
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